sábado, 28 de marzo de 2009

LA MUERTE DE DIOS

"Entonces los judios, por cuanto era la preparacion de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el dia de reposo (pues aquel dia de reposo era de gran solemnidad) rogaron a Pilato de que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de alli.
Vinieron , pues los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que habia sido crucificado con el.
Mas cuando llegaron a Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas" (Juan 19,31-33)

En cierta ocasión Albert Einstein dijo:” El único y verdadero problema de todos los tiempos se halla en el corazón y los pensamientos de los hombres. No se trata de un problema de física sino de un problema moral. Es más fácil modificar la compocision del plutonio que el espíritu malo de un individuo. No es el poder explosivo de una bomba atómica lo que nos asusta sino el poder de maldad del corazón humano, su fuerza explosiva para el mal.”
Sin duda que lo que este científico dice expresa una de las más crudas realidades que describen al ser humano, que existe una inclinación maligna en el hombre.
Muchas de las acciones malsanas del hombre se originan en el laboratorio de la mente maligna del hombre; una mente que cada día se alimenta de una idea aterradora, la más oscura, la más abominable que haya podido concebir el hombre, esta idea es el deseo de “matar a Dios”.
Todo ser humano tiene un área que lo hace sensible a pensar en Dios, y esa área sensible se encuentra en la Conciencia. Sin embargo cuando el corazón del hombre se inclina a construir sus propios caminos, a establecer sus propias normas, a crear una ética y moral propia, o su propio estilo de vida, no sujetas a nada sino al propio ego, el hombre se topa con un obstáculo: la idea de Dios en su conciencia.
Por tanto el hombre decide que esta idea debe de ser eliminada de su mente.
El apóstol Juan escribe acerca de este deseo del hombre, cuando enfoca el martirio y el asesinato del Señor Jesucristo, siendo este hecho el acto más despreciable que haya cometido la raza humana.
En la lectura de Juan 19,31-34 se ven a 2 grupos humanos confabulados y unidos con el propósito de hacer desaparecer y eliminar la idea de Dios reflejada en la persona del Señor Jesús. Estos grupos son los judíos y los romanos.
Pero aquí se notan también dos cosas:
1. La religiosidad, representada en los judíos, y que hoy en día bien pueden ser ejemplificados en todos los lideres religiosos de todas las denominaciones cristianas que viven bajo ritualismos y ceremonias, bajo tradiciones o esquemas humanos, bajo sistemas que no son bíblicas, sin la guia del Espiritu de Dios. Esta religiosidad mata la idea de Dios en el hombre.
2. La insensibilidad espiritual, representada en los soldados romanos, y ejemplificada en todos aquellos que se muestran irrespetuosos o irreverentes con lo sagrado, los que profanan la iglesia de Cristo asistiendo sin haber temor de Dios en sus corazones, quebrando las normas de Dios como si quisieran quebrar las piernas de Cristo.
Estas dos cosas entenebrecen la conciencia del hombre.
Sin embargo, así como el apostol Juan escribe la muerte del Señor Jesús, también escribe gloriosamente el suceso de su Resurrección.
“Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”(Juan 20,17),
con estas palabras dichas por el Señor Jesucristo después de su resurrección , El dejo por sentado que la Idea de Dios es algo tan elevado y sublime que nunca podrá desaparecer de la conciencia del hombre. Pues para las personas de corazón malvado esta idea permanecerá como un tormento para sus vidas, pero para las personas de corazón arrepentido la idea de Dios será una idea de esperanza, de alegría, de fortaleza, que los animara a aguardar Segunda Venida de Cristo.

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